Fui a casa de mi vecina a pedirle sal, pero, maldita sea, tenía otros planes. Esta chica amateur flexible iba vestida con un cosplay sexy, agachándose y presumiendo ese culo perfecto. Sabía lo que hacía: se lamía los labios y me provocaba. De repente, estaba de rodillas, haciéndome la mejor mamada que he tenido en mi vida. ¿Sal? ¿A quién le importa la sal cuando tienes a una vecina guapísima haciéndote sexo oral? Sabía usar la lengua, lamiendo y chupando como una profesional. Nunca tuve la menor oportunidad.