Al despertar, mi sexy madrastra rubia mecía la cabeza sobre mi polla. Su cabello rubio se mezclaba con un toque caliente de saliva, y dijo: "¡Joder, eres enorme!". Sorbiendo y con arcadas, sus enormes tetas rebotaban mientras me pajeaba la polla palpitante. Me metió un dedo en el culo, dándome un intenso masaje prostático. Moví las caderas, deseando más. Sonrió: "Quiero tu semen en mi caliente culo de zorra", ronroneó. Dándose la vuelta, abrió las nalgas, invitándome a follar su travieso ano. La taladré profundamente, sus gemidos resonaban mientras se acariciaba el clítoris. Con un rugido final, exploté en su ano.