Follando con mi hijastro cachondo: un día en la vida de un padrastro sucio
Ser el padrastro de un jovencito árabe cachondo es un reto de mierda, sobre todo cuando se pavonea con esos shorts diminutos, presumiendo de su culo suave y prieto. Este tío es un provocador total, y lo sabe. Siempre encuentra la manera de ponerme duro, haciendo imposible resistirme a sus jueguitos sensuales. Intento mantener la calma, pero cuando se baja los pantalones y revela su polla gruesa y bien formada, pierdo el control. Me abalanzo sobre él, sujetándolo y metiendo mi lengua hasta su garganta. Gime como una zorra, frotándose contra mí. Sé lo que quiere: un polvo duro y brutal. Y estoy más que dispuesto a dárselo. Escupo en su agujero hambriento, abriéndolo con los dedos antes de embestirlo con mi polla palpitante hasta el fondo. Grita, recibiendo cada centímetro como un campeón. Su culo está tan prieto que siento como si me estuviera ordeñando la polla. Lo embestí con fuerza, sus gemidos llenaron la habitación. Joder, esto era justo lo que necesitaba.
