El cornudo de Karina se quedó en casa mientras ella rondaba por las calles, hambrienta de pollas negras. Encontró a dos amateurs bien dotados, deseosos de convertir sus fantasías misioneras en realidad. En un trío sudoroso, se turnó para satisfacer sus gruesas vergas, con la boca trabajando horas extras en mamadas descuidadas. Los gemidos de Karina resonaban mientras la penetraban por ambos extremos, sus amigos amateurs la taladraban profundamente en un asado sucio a pelo.