El marido moroso no pudo saldar su deuda, así que el acreedor astuto reclamó su pago de otra manera: follándose a la ardiente esposa del cornudo. Le embistió el estrecho coño, haciéndola gemir y gritar de placer. La zorra disfrutó cada minuto, recibiendo su gruesa polla hasta el fondo. Un auténtico festín sexual, con la puta disfrutando cada segundo.