La linda amateur del vecino disfruta de mi dinero casi tanto como de que le laman el culo. No puedo culparla, es justo. Se gana cada centavo cuando su suave lengua empieza a lamer. Siempre me deja con ganas de correrme, dejándome las pelotas secas. No me canso de su boca ansiosa, siempre con ganas de más. Es un desastre, pero, maldita sea, vale cada centavo.