Fóllame de lado, esta venezolana es la personificación de la perfección. No podía creer lo que veía cuando la vi: piel bronceada, cuerpo curvilíneo y un trasero que haría pecar a un santo. Es el tipo de chica que verías en un club de striptease de lujo, no en el bar de barrio. Empezamos despacio, con besos apasionados y caricias intensas, pero la cosa fue subiendo de tono rápidamente. Tenía que tenerla, y ella estaba más que dispuesta. A cuatro patas, vaquera invertida, probamos todas las posturas posibles, sudorosos y sin aliento, nuestros cuerpos chocando como una sinfonía sexual sucia. Sus gemidos resonaron por la habitación como una banda sonora porno, y cuando finalmente me corrí, fue épico. La chica más guarrilla con la que me he follado, sin duda.