Con las bragas empapadas, entra de puntillas en su habitación, su coño afeitado anhelando su gruesa polla. Su padrastro se despierta, secándose el sueño de los ojos, pero ella ya gime, rogando por esa polla enorme que la estire. Joder, está empalmado como el demonio, listo para darle a su traviesa hijastra la penetración profunda que desea. Sus gemidos se hacen más fuertes, su polla la vuelve loca. Esto es lo que mejor hacen los pecadores de familia: follar como si no hubiera un mañana.
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