Metí la pata con una sexy morena amateur en una playa desierta, y conocí a esta chica a cuatro patas, con la boca llena de mi polla. Chupó como una profesional, haciéndome la mejor mamada. Piel bronceada, empapada por el océano, esta belleza de la costa de Santos era pura magia. Sus labios carnosos rodearon mi verga mientras le embestía su dulce coño por detrás. ¡Joder!, fue un paseo salvaje en la playa arenosa; solo oírla gemir valió la pena el viaje.