Al volver de una fiesta salvaje, estamos cachondísimos y listos para follar. Dilan empieza a cabalgarme, con las tetas rebotando, pero nuestra compañera de piso oye los gemidos y no puede resistirse a unirse. De repente, es una competición de mamadas, y Dilan está chupando como un campeón. Pasamos a la postura del perrito, luego al misionero, antes de que nuestra compañera de piso tome su turno en vaquera. Este trío es inolvidable.