Una tía punjabi se coló en mi habitación del hostal, con los ojos como platos al ver mi polla dura como una piedra. Cachonda como una roca, se desnudó y me rogó que la probara. Obedecí, dándole cada centímetro de mi enorme polla. Me la chupó profundamente y luego me montó con fuerza, gimiendo como una auténtica zorra casera.