En Río, mi novia rubia, una amateur buenísima, me llevó a una playa nudista. Esta lesbiana guapísima me susurró: «Démosles un espectáculo». Nos besamos, tocándonos los coños húmedos, jugueteando con los dedos y gimiendo como locas. El sexo en público nunca se sintió tan bien, con todas las miradas puestas en nosotras mientras nos corríamos.
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