Está de rodillas, recibiendo mi polla hasta el fondo, atragantándose como una campeona. Le gotea la saliva, le lloran los ojos, es una experta en garganta profunda. La volteo, a cuatro patas, y ya está empapada. La embisto con fuerza, gime, pidiendo más a gritos. A continuación, hago el misionero, sus tetas rebotan con cada embestida. Cuando me retiro, se corre por toda mi polla, un desastre cremoso. ¡Qué calor!