Caminando por el sendero de la cascada, no pude resistir la tentación de sacarme la polla para una paja pública arriesgada. De repente, una pelirroja cachonda me atrapó, con los ojos clavados en mi polla palpitante. No corrió ni gritó, simplemente me miró, mordiéndose el labio mientras lo acariciaba, jadeando como una mirón cachonda.