Kazumi, la asiática guapísima, lo aguanta como una campeona mientras la follo a cuatro patas en nuestra habitación de hotel. Gime durante una mamada descuidada, luego me cabalga en vaquera y al revés, su estrecho culo apretando mi polla. La pongo boca abajo para el misionero y la follo a fondo, haciéndola gritar: "¡Joder, sí, así!", antes de llenarle el culo de semen. Sin descanso, suplica por más, y le cumplo, follándola tres veces más, dejándola hecha un desastre sudoroso y satisfecho.