Después de sus pesadillas, mi hermanastra me rogó que me quedara en su cama, solo para sentirme segura. No es para tanto, ¿verdad? Pero, ¡madre mía!, ese cuerpecito prieto de amateur pegado al mío me puso la polla dura. Una cosa llevó a la otra, y de repente estábamos follando como locas. La embestí con fuerza, metiéndola hasta las pelotas en su coño casero de adolescente. Chilló, llenándose el ano hasta el fondo hasta que se corrió sobre mi polla. ¡Joder, sí!, esta fue una pesadilla que terminó en un sueño húmedo.