Junto a la piscina, me relajo, hasta que mi atractivo hermanastro se mete en la piscina, prácticamente desnudo. "¡Guau, tío! ¿Qué cojones?", protesto, pero no puedo evitar desviar la mirada. Tiene esa mirada de misionero, como si estuviera listo para follar. Esta pequeña no se queja, porque estoy cachondo.