Tatianna, una rubia tetona, acaba de empezar a trabajar conmigo. La química fue instantánea; sus pechos respingones y su sonrisa traviesa me volvieron loco. Un día, nos colamos en una habitación de hotel, donde se quitó la ropa, dejando al descubierto su cuerpo prieto y amateur. No pude resistirme a meterle la polla en la garganta. Su habilidad para las mamadas era increíble; chupaba como una profesional, lo que dio pie a un festín de sexo intenso que nos dejó a ambos con ganas de más.