Él quería Netflix, pero yo quería ese culo estrecho y delgado. Hicimos un trato: follar mientras la película está puesta. A pelo, sin descansos, solo pies en el aire y la polla bien metida. Anal casero en su máxima expresión, con gemidos que ahogaban el diálogo. ¿Quién necesita una trama cuando tienes una polla metida en el culo?