Pensé que era un sueño húmedo, pero mi hermanastra se había colado bajo las sábanas, su cálida boca me acariciaba la polla. Esta morena amateur sabía cómo chupar, metiéndosela hasta el fondo en una mamada ardiente. Se montó encima, montándome a lo vaquera, con el culo rebotando. La giré, embistiéndola a lo perrito, y la habitación se llenó de nuestros gemidos sucios. Joder, esto no era un sueño, era la pura realidad tabú.