Antonia Sainz, la jefa europea, con medias y un estilo duro, pilló a su dependiente haciendo el vago. Cerró la puerta de la oficina con llave, lista para darle una lección de porno-realidad. Le bajó los pantalones y dejó al descubierto su palpitante polla. "Joder, estás duro", sonrió, rodeándolo con sus sedosas piernas cubiertas de nailon. Lo montó, con el culo rebotando, gemidos resonando, demostrando quién mandaba de verdad.
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