Ella pensó que lo había engañado, pero a este agente inmobiliario aficionado le esperaba una sorpresa. La dobló a cuatro patas en la casa vacía, cogiéndola también con fuerza en posición de misionero. No era el típico porno en primera persona, era un festín de sexo casero y crudo que jamás olvidaría. La embistió con fuerza, haciéndola pagar por su engaño, embestida profunda a embestida.