Delgada y desnuda, se pavoneaba al aire libre, con su culito meciéndose, implorando una buena follada. Su cuerpo esbelto, nuevo en el placer puro, estaba a punto de recibir la polla que merecía. La luz del sol acariciaba sus curvas, haciendo brillar su esbelto físico. Estaba ansiosa, lista para sentir cada centímetro estirar su estrecho y pequeño coño. Este encuentro al aire libre iba a ser un viaje de locos.