En el baño del gimnasio, me estaba lavando cuando entró el musculoso. Me pilló mirándolo y sonrió con suficiencia. "¿Ves algo que te guste, colega?". De repente, me estaba empujando hacia el cubículo, nuestros cuerpos sudorosos rozándose. Me aprieta contra la pared, su gruesa polla presionándome. "Estás a punto de hacer el entrenamiento de tu vida", gruñe. Acción de tío con tío en su máxima expresión, ahí mismo en el gimnasio. ¡Qué calor!