Una autoestopista, varada y desesperada, ofrece una mamada apasionada a cambio de que la lleve. Volviéndolo loco, cabalga su polla palpitante, con su estrecho coño temblando de placer. Cambiando al misionero, él la embiste como la zorra que es, dejándola con ganas de más.
Visitar el sitio de patrocinador