Ella guardó su secreto, pero él quería más. Su madrastra morena tuvo que chuparle la polla, haciéndole una mamada que jamás olvidaría. Sus habilidades para las pajas eran legendarias, y ella lo sabía. Cuando él se corrió, su semen espeso y maloliente llenó su boca en una corrida caliente que no pudo resistir.