Ni Dios puede salvarla ahora, no con esta pelirroja chupando pollas como una profesional. Está de rodillas, luego a cuatro patas, recibiendo con fuerza. Su pelo ardiente rebota mientras cabalga, incluso en posición del misionero, gimiendo como una pecadora en la iglesia. ¿Y esa mamada? Puro fuego. No tiene salvación, y disfruta cada minuto.