Mi preciosa hermanastra, Riley Mae, estaba posando para nuestra foto navideña familiar cuando no me pude resistir. La llevé a un rincón donde nadie pudiera vernos. Con su pequeño cuerpo y su increíble habilidad oral, era un paraíso de sexo extremo. Fue mi regalo de Navidad y me chupó la polla como si fuera la última vez. Taboo nunca supo tan dulce.