Encerrada a cal y canto, mi tímida hermanastra hace un trato: su dulce coño a cambio de mi ayuda. La azoto con fuerza contra los barrotes fríos, sintiendo cómo crece su humedad. Gime, frotándose contra mi polla, metiéndola hasta el fondo. La follo salvajemente, exploto, llenándola de semen caliente. La cárcel nunca había sido tan caliente.