Una chica cachonda ansiaba demostrar su gratitud, entregándosela al semental bien dotado. Gimió mientras él penetraba su estrecho coño, sus gritos de placer resonando por la habitación. Esto no era solo un polvo; era una nota de agradecimiento escrita con cada embestida, cada roce de piel con piel, en el lenguaje crudo y sucio de la lujuria.