En una confusión nocturna, me encuentro compartiendo cama con mi ardiente jefa. Las miradas incómodas se convierten en caricias apasionadas, y antes de que nos demos cuenta, estamos follando como locos. Sus gemidos, mis gruñidos y el chirrido de la cama llenan la habitación. Es una aventura salvaje que ninguna de las dos esperaba, pero, maldita sea, es excitante. Lynnscream sabe cómo aprovecharlo.