Conocí a una milf guapísima en el bar; sus curvas se realzaban con ese vestido ajustado. Unos tragos de whisky nos llevaron arriba, directo a mi habitación de hotel. Me folló como una gata salvaje, montándome hasta el amanecer. Sus enormes tetas rebotaban mientras pedía a gritos más polla. ¡La mejor noche de mi vida!