Mi peluda compañera de sexo meneaba la cola, rebotando sobre mi polla palpitante, gimiendo como una perra en celo. Sus grandes tetas se mecían, su culo golpeando mis muslos, me cabalgaba con fuerza. Un polvo sucio y salvaje, justo como a ambos nos encanta. Con sus patas agarrando mi pecho, gritó al correrse, empapándome la polla.