¡Madre mía! Llegué a una fiesta salvaje, ¿y a quién vi? A mi vieja amiga, más guapa que nunca. Estaba encima de mí, y de repente, estábamos en un rincón, devorándome el culo como si fuera su última comida. Toda la noche, dándose un festín, lamiendo y abriendo esas nalgas. ¡Qué locura! Esta chica tiene una adicción a comer culos, y no me quejo.