Ella anhela algo más caliente que su café de la mañana. Él está listo para servirle un polvo intenso en lugar de café. Sus miradas se cruzan, y está claro: ella no tiene sed de un maldito café, quiere su polla gruesa. La ropa cae al suelo más rápido de lo que él puede decir "crema y azúcar". Va a ser un viaje salvaje, con sus gemidos reemplazando el zumbido de la cafetera. Al diablo con la cafeína, se tienen el uno al otro para despertar.