Compartiendo habitación de hotel, la madrastra se sorprende al despertar con una polla dura como una piedra deslizándose en su coño mojado. Gime: "¿Me estás follando, zorra? ¡Soy tu maldita madrastra!". La lujuria tabú se apodera de ella, y se pierden en un viaje sudoroso y sucio.