Vagando por un campo bañado por el sol, me topo con una belleza de culo gordo, solitaria y curiosa. Está dispuesta, así que nos ponemos cachondos ahí mismo, en la hierba. Deslizo mi polla palpitante en su coño ansioso, embistiéndola como un maldito animal. A esta zorra le encanta, gimiendo y frotándose hasta que exploto, dejándole la boca empapada de mi semen caliente. Un sueño hecho realidad al aire libre.