Mi hermanastra entró y me vio acariciándomela, con la puerta abierta de par en par, sin importarle nada. Me pilló con las manos en la masa, sonrió, provocando, abriendo sus largas piernas, lista para unirse al festín sexual. Tetona, salvaje y cachonda como el infierno, no pudo resistirse a mi polla palpitante.