Ana es una belleza brutal, sus curvas se marcan al provocarme. Mi polla cobra vida, firme como una roca, lista para ese dulce coño. Es pura risa y gemido, frotándose contra mi regazo, volviéndome loco. Me deslizo dentro, su calor me envuelve, y se acabó el juego. La follo como una bestia desatada, cada embestida profunda y fuerte. Los gritos de placer de Ana llenan la habitación. Esto no es una historia de amor, es sexo puro y duro en su máxima expresión.