Observé cómo Maki Tomoda gemía de placer mientras la boca de su amante se cernía sobre sus grandes pezones. Él los succionaba con avidez, haciéndola retorcerse bajo su tacto. Era un espectáculo erótico: sus pechos subían y bajaban mientras él continuaba prestándoles atención. Ella no se cansaba de su boca en sus pezones, y yo tampoco.