Una sudorosa sesión de gimnasio se volvió loca cuando mi entrenador personal, cachondo y travieso, me folló hasta el cansancio. Sabía cómo ejercitar todos los músculos, sobre todo los míos. El gimnasio se puso caliente, me cogió el coño. Joder, qué bien estaba. Nunca te saltes el día de piernas, ¿verdad?