Reunidos en el gimnasio, mi excompañero no se resistió a mi trasero en leggings. De repente, volvimos a mi casa, con la ropa arrancada, y él me estaba follando duro en el sofá como si la universidad nunca hubiera terminado. Gemidos resonantes, coño goteando, nos lo montamos como animales, recuperando el tiempo perdido. Sin calentamiento, solo sexo duro y sucio. ¡Joder, este entrenamiento está dando sus frutos!