Después de años separados, me encuentro con mi excompañera de clase en el gimnasio. Nos ponemos al día, sudamos la gota gorda y, al poco rato, volvemos a casa. Está guapísima, no puede resistirse a sus curvas sensuales. De repente, me suplica por mi polla, gimiendo mientras la penetro con fuerza, recuperando el tiempo perdido. ¡Joder, esta reunión es una pasada!