Pillé a la madrastra de mi amigo sola en la cocina, agachada con una falda ajustada. No pude resistirme a ese jugoso culo de milf, así que me metí dentro y la follé como un loco. Gritó "¡Dios mío!", pero su cuerpo dijo "¡joder, sí!". ¡Qué calor! Esa encimera nunca había visto algo así.
 
 
 
 
 
 
 
