En la habitación en penumbra, nuestro padrastro cachondo se da la vuelta, medio dormido y empalmado como una piedra, creyendo tener el coño de su esposa al alcance. Pero, ¡madre mía!, es el coño húmedo de su hijastra guarrilla lo que está penetrando. Ella gime, disfrutando de cada embestida, sin importarle un comino la confusión. Este es un accidente tremendo que ninguno de los dos olvidará.