Mi hermanastra pensó que entraría a mi oficina con encanto, pero yo tenía otros planes. Apenas había tocado el piano cuando esta zorra cachonda se desnudó, mostrando su cuerpecito firme. Me rogó ser mi asistente, pero primero necesitaba demostrar su valía. La incliné sobre mi escritorio, follándola a fondo, haciéndola gemir como la guarrilla que es.