En una tarde tormentosa, me tiré a mi compañera de cuarto de la universidad, una zorra tetona con curvas perfectas. Gimió como loca mientras le penetraba su coño apretado y húmedo, nuestros cuerpos empapados de sudor y deseo. Mi polla palpitante la llenó por completo, haciéndola gritar mi nombre en éxtasis. La lluvia golpeaba contra las ventanas, pero adentro, ¡era una locura!