Es una locura cuando mi hermanastra, tan sexy, se cuela en la habitación de mis padres, se desnuda y enseña sus pechos perfectos. Estamos rompiendo todas las reglas, pero, maldita sea, el tabú lo pone aún más cachondo. Me provoca, montándome despacio, luego salvajemente, gimiendo como una zorra. ¿A quién le importa el riesgo? Vale la pena cada embestida.