Su hijastro taladró el coño de su madrastra alemana, una milf, con su enorme y palpitante polla y la recompensó con una corrida facial. Sus enormes tetas caídas rebotaban y se movían mientras él la penetraba sin parar. Ella gritaba y gemía de placer, con el cuerpo retorciéndose bajo su tacto. La zorra madura no se cansaba del grueso miembro de su hijastro, y él no se cansaba de su coño húmedo y estrecho.