Ema Karter pensó que no tenía ni idea, pero pillé a esa bomba rubia lamiéndole el culo a mi mejor amigo. Gimió como la zorrita que es, explorando cada centímetro de él con su lengua. Esa zorrita morena no me vio mirando, pero yo lo vi todo: la lujuria, la traición y la acción apasionada que no debía presenciar.